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Desierto de la Tatacoa

  • Foto del escritor: mpak y vamos
    mpak y vamos
  • 9 dic 2020
  • 5 Min. de lectura

Viajer@; Andrés.


"Hay una especie de magia cuando nos vamos lejos y, al volver, hemos cambiado". Kate Douglas Wiggin.

El paseo a la Tatacoa lo realicé con mi novia Mariana en Octubre de 2015. Este fue nuestro primer viaje juntos y fue una experiencia inolvidable. La Tatacoa es definitivamente uno de los lugares más bacanos que tiene Colombia.


Compramos los tiquetes de bus hacia la ciudad de Neiva unos días antes, con la empresa Bolivariano, el tiquete en ese momento tuvo un valor de $95,000 (unos 28 USD) en el primer piso que es donde están las mejores sillas. El viaje a Neiva en bus tiene una duración de unas 10 horas, nosotros viajamos de noche por lo que no sentimos mucho el trayecto. Llegamos a la ciudad de Neiva y lo primero que se me vino a la cabeza es que entendí la fama de caliente que tiene la ciudad. Aun estaba temprano en la mañana y ya sentíamos bastante calor en la terminal de buses. Desde Neiva se debe tomar un segundo vehiculo, esta vez una camioneta tipo Jeep que nos llevaría hasta el pueblo de Villavieja. Ese trayecto fue entretenido porque fuimos observando un poco de Neiva y nos fuimos conversando con otras personas que iban en el carro con nosotros, pues en el volco de este iban varias personas que también iban hacia Villavieja y pueblos cercanos. Desde pequeño siempre había querido conocer esta zona del país porque mi abuela materna es de Pitalito, Huila y crecí viendo a ese departamento como un lugar mágico al que un día tendría que ir.

Nos bajamos del chivero, como le decimos en Colombia (el vehículo tipo Jeep) y recorrimos un poco el pueblo de Villavieja. Es un pueblito pequeño, pero bonito, de casas con flores y colores que lo hacen bastante llamativo. Desayunamos en una panadería del pueblo y preguntamos cual era la mejor forma de llegar al desierto como tal. Desde antes habíamos averiguado y nos habían recomendado La Posada de Doña Elvira para dormir, así que tomamos un par de motos que por $2,500 pesos (0,7 USD) nos llevaría hasta la posada.


La Posada de Doña Elvira es un lugar aceptable, no puedo halagarlo porque en realidad es un lugar muy sencillo, pero tiene lo que se necesita para pasar una buena noche y tomarse una ducha. Además hay que darle mucho valor a lo amigable que es Doña Elvira, quien desde que nos recibió fue muy atenta y servicial y que además cocina bastante bueno. La señora tenía un acento bastante particular y nos dimos cuenta que es el acento típico de las personas de esta zona, quienes alargan la última vocal de cada palabra y que para mi era toda una entretención, pues me parecía bacanisimo solo escucharlos hablar. (Algo bacano en Colombia es algo muy bueno.)

Dejamos las cosas en la cabaña, nos dimos una ducha y salimos a caminar. Recorrimos un poco los alrededores de la posada para no demorarnos mucho y estar de vuelta para la hora del almuerzo. La Tatacoa tiene 2 grandes zonas, la zona de desierto rojiza ocre, a la que llaman El Cuzco y la zona gris a la que llaman Los Hoyos. En esa primera caminata recorrimos un poco la zona de El Cuzco y nos perdimos tomando fotos de flores, paisajes y aves que veíamos en el camino.

Regresamos a almorzar y Doña Elvira había preparado un plato muy típico de Colombia que además mi abuela preparaba mucho en casa, un sudado de Res. La comida era tanta que desde ese momento decidimos que compraríamos un plato para los dos. En este paseo estuvimos 3 días y dos noches, esta primera noche simplemente nos quedamos en la posada y descansamos un poco.


Al día siguiente salimos a recorrer el desierto en dirección a Los Hoyos, la zona gris del desierto, pero nunca llegamos a ella, al parecer tomamos las rutas equivocadas y terminamos caminando simplemente en el desierto, lo que de igual manera fue muy bonito. Yo viví una experiencia no tan agradable, me había llevado unas alpargatas que me encantaban y con las que viajaba a muchas partes, pero por mala suerte pise un pequeño cactus y varias púas atravesaron las alpargatas y se me enterraron en el pie. Perdimos un poco de tiempo mientras yo me quejaba del dolor y Mariana intentaba sacarme las púas con una pinza para uñas.


Uno de los más hermosos paisajes que vimos fue cuando estando aun caminando por el desierto, en una zona amarillenta, nos tocó un poco de lluvia, algo poco común en la Tatacoa. La lluvia se veía al fondo, apenas antes de llegar a las montañas andinas de atrás. Lo más bonito que tiene el desierto es que en el horizonte siempre se ven esas grandes montañas que parecen elevarse estrepitosamente desde el suelo. Ese día en la tarde después de caminar mucho nos tocó ver un hermoso atardecer.

Caminamos por el desierto en la noche, que fue muy entretenido aunque al principio tuvimos algo de susto. La caminata fue segura y no tuvimos problemas de ningún tipo. Llegamos al observatorio astronómico antes de que abrieran y creo que esa experiencia fue en definitiva la mejor de este paseo. Subimos a la terraza con otras 20 personas, allí nos dieron una charla sobre astronomía y observación del cielo y un poco de la historia del lugar, luego el guía, una persona experta en uno de telescopios empezó a ubicar sin siquiera mirar cada uno de los 7 aparatos de observación celeste. Además de las increíbles vistas de la luna, a la que le pudimos tomar fotos impresionantes, lo mejor de la noche fue la vista de Saturno, pudimos ver clarísimo los anillos del planeta y las hermosos colores del mismo.

Después de varias horas de observación y con la poca suerte, o más bien la mala planeación de la fecha, (les recomiendo ir en épocas donde no haya luna llena, pues la observación astronómica es mucho mejor) caminamos de vuelta hasta la Posada, donde pasamos la última noche en el desierto.

El último día, que además era día de elecciones de alcalde en el país, salimos temprano en la mañana a caminar y nos perdimos en uno de los llamados laberintos del desierto. Son construcciones naturales de piedras rojas que forman montañas de arena dura y seca. Caminando entre estas montañas nos desubicamos y aunque sabíamos cuál era el sitio por el que debíamos salir, no lográbamos encontrar ese camino. Me tocó a mí empezar a escalar esas montañas mientras Mariana revisaba que no me fuera a caer, aunque al final fue ella quien escalando por otra parte logró encontrar la salida. Tuvimos la suerte que por donde salimos era precisamente un hermoso mirador sobre esas construcciones arenosas.


Después de salir del laberinto, regresamos a la Posada a despedirnos de Doña Elvira y tomamos de nuevo una moto hasta el pueblo de Villavieja, allí nos recibieron con música y comida gratis, y hasta nos ofrecieron vender nuestro voto por $50,000 pesos con tal de elegir al nuevo alcalde de la ciudad, obviamente nosotros ni siquiera podíamos votar en ese municipio.


Llegamos a Neiva y tomamos un bus con dirección hacia Salento, en Quindio, esta historia la contaré en una próxima entrada!



RECOMENDACIONES:

2 noches, 3 días


-Llevar botas, y ropa cómoda y fresca para el sol y el calor.

-Intentar no ir en épocas de luna llena, aunque la luna también es un espectáculo para observar esto permite ver otros planetas y objetos menos comunes.

-Buscar muy bien el alojamiento, lastimosamente el sector no se ha desarrollado mucho en este aspecto y adentro del desierto las opciones muy buenas son muy costosas.






 
 
 

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