Una feria sin saber: Sevilla
- mpak y vamos
- 17 abr 2021
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 21 abr 2021

A Sevilla llegamos en 2 momentos; nos tocó viajar primero desde Málaga a Córdoba y después agarrar otro tren un poco más lento a Sevilla; este se movía mucho de un lado para el otro, al no ser un tren de alta velocidad, ese movimiento me mareó mucho y no veía la hora de bajarme del tren, y eso que dormí gran parte del trayecto, después de comer una bolsa entera de marañones.
Los trenes desde Málaga a Sevilla estaban llenísimos, no entendíamos por qué la cantidad de gente viajando para esa ciudad; en el camino fue que descubrimos qué Sevilla estaba con la feria más importante que allí realizan y que dura una semana aproximadamente.
Ahí fue cuando Entendimos por qué todos los alojamientos estaban agotados. Esta feria se realiza en primavera en el mes de abril, donde toda la ciudad se reúne entorno a su hermosa tradición andaluza.
Para los que son de Colombia, específicamente de Medellín, es como llegar acá en plena feria de flores en agosto sin tener idea, ya se imaginarán la cantidad de gente y música por todas partes. A modo personal nunca he sido la más amante de este tipo de cosas, y si por mi fuera hubiera evitado a toda costa ir en estas fechas, pero ya que nos tocó, tratamos de disfrutar lo que más pudiéramos.
Desde Córdoba vimos que viajaban mujeres vestidas con el traje típico español sevillano (el traje que tenemos en el imaginario colectivo como estereotipo español) desde ahí se sentía ya la feria vibrar. Al llegar fue más intensa la sensación; para dónde mirábamos habían sevillanas, señores muy elegantes con el característico sombrero de ala plana, caballos españoles con su particular paso, llenos de flores y sus montadores con los trajes típicos, y cuando me refiero a que la feria está en todas partes es porque hasta en los buses iban así vestidas; eso sí, con unos vestidos y unas mantillas de ensueño. Era una mezcla particularmente extraña, estábamos frente a un transporte moderno y una vestimenta completamente antigua. Pero ojo a esto, ahí fue cuando descubrimos el secreto de las sevillana: en sus enaguas, ellas tienen un bolsillo secreto en dónde guardan las cosas que uno lleva en el bolso normalmente, para mi, esto fue sorprendente, ver como ellas alzaban su falda para sacar el celular o el labial rojo intenso.
En Sevilla hay una plaza muy famosa que se llama la plaza España, en esta filmaron un capítulo de la guerra de las galaxias, y Daniel como buen fanático, amante y conocedor, tenía que ir a tomar una foto idéntica como se ve en la película. Debía ser en un ángulo específico, pero después de hacer hasta cálculos matemáticos más o menos para tener el punto exacto, justo en ese lugar había una pareja de asiáticos que de toda la grandeza de la plaza eligieron ese preciso lugar para hacer su estudio fotográfico infinito: ella se sentaba haciendo sus particulares poses para que él le tomara las fotos, no les digo mentiras, esperamos un largo rato, pero al parecer el hombre no podía sacarle la foto perfecta a la mujer, pues no se querían ir. Ya después de media hora de espera, decidí hacérmeles al lado y hacer como si me tomara fotos ahí, a ver si al verme reflejada en sus fotos, se aburrían y cambiaban de lugar; esos pobres ya no sabían que hacer conmigo, intentaban sacarme de la foto, pero entre mi celular y yo, tratábamos de impedirlo, no sabíamos quién iba a renunciar primero, yo estaba decidida a no rendirme. Finalmente lo logré y Dani pudo sacar la tan esperada foto.

Caminamos y nos perdimos por sus calles hasta llegar a uno de los monumentos más emblemáticos de Sevilla: la catedral de Santa María de la sede, está es la estructura gótica más grande del mundo, con su majestuosa torre la Giralda, que fue construida por dos cuerpos, siendo la parte musulmana la más antigua. Como dato curioso, encontré que esta carece de escaleras, por el contrario, cuenta con 35 rampas para que el sultán pudiera subir a caballo y ver su increíble vista.
Desde un restaurante llamado “gusto” en calle de Alemanes, contigua a la catedral, nos sentados en las mesas afuera con un increíble clima y pedimos una paella de mariscos de la cual aún recuerdo su espectacular sabor; y es que para mí, ir a España y no probar este tradicional plato, era como ir a Medellín y no comer una bandeja paisa.( precio por persona de la paella: 21€)
En la mañana fuimos a conocer el Real Alcázar; el palacio de palacios. Este ha sido usado como alojamiento de los Reyes y fue declarado patrimonio de la humanidad. También ha sido el escenario de muchas películas. Al entrar nos recibieron una cantidad de golondrinas, como dándonos la bienvenida, giraban en círculo de un lado para otro.
El palacio como muchos edificios de la zona tenía una gran influencia árabe completamente hermosa, su arquitectura mostrando al máximo toda la elegancia árabe, pero también había rincones con una parte claramente católica. A mi forma de ver, podría decir que aunque eran lindos al lado de lo árabe era algo muy parco. Los jardines eran hermosos pero tenían diferentes olores, que te confundían la nariz. Las flores, aunque en su gran mayoría huelen bien, las del Alcazar no eran el caso; estas olían terrible, y para rematar las fuentes olían a pescado, pero rancio.
Con hambre y con ganas de seguir comiendo cosas españolas paramos en un lugar a pocos pasos del Alcázar llamado “Donaire azabache“ y pedimos una presa ibérica con jamón. Esta consiste en un filete de hombro de cerdo ibérico asado acompañado con jamón ibérico y unas papas fritas como base. Obviamente para mi gusto, eso sonaba a mucha carne, así que decidí acompañarlo con una ensalada fresca con queso de cabra. Podemos decir que sin estar del todo mal la carne no nos gustó mucho que digamos; tenía mucha grasa; era como una carne frita, llena de aceite; no lo que realmente esperábamos. La ganadora fue la ensalada, es de esas ensaladas que siempre quieres recordar, podría comerla una y mil veces más. (Precio presa ibérica: 16,5€ y la ensalada de queso de cabra 11€ )

Llenos y con ánimo de bajar la comilona, nos fuimos a recorrer las calles en busca de la Torre del oro, situada sobre el río Guadalquivir, junto a la plaza de toros. Esta debe su nombre a los reflejos dorados que producían los azulejos que la cubrían en aquellos tiempos, cuando su función era proteger la ciudad de los invasores que llegaban por el río. Nunca olvidaré sus árboles llenos de flores moradas junto al río, se sentía una verdadera primavera que hace florecer aún más el paisaje tan imponente que te ofrece Sevilla.
Por último no podíamos irnos sin subir a las Setas del arquitecto Jürgen Mayer. Esta es considerada la estructura en madera más grande del mundo. No recuerdo muy bien cuál era el costo de entrada, aunque creo que no era muy costosa, podría ser entre 3 o 5 €, pero lo que sí recuerdo fue que teníamos derecho a una cerveza fría después del recorrido. Que puedo decir, es una arquitectura que te deja sin palabras, te eleva, te sorprende y te deja sin aliento recorrer toda su parte superior, además de contemplar una increíble vista de Sevilla. Un lugar perfecto para cerrar con broche de oro.
Luego llegamos a nuestro hotel; que de hecho era hermoso, recogimos nuestras maletas y nos dirigimos en bus a la estación de trenes. Allí abordamos nuestro tren hacia la ciudad de Valencia. Nuevamente volvíamos al mediterráneo...
Comments