top of page
  • Facebook - círculo blanco
  • Instagram

Viaje a "La Mar"

  • Foto del escritor: mpak y vamos
    mpak y vamos
  • 10 oct 2020
  • 3 Min. de lectura

"No vaciles nunca en irte lejos, más allá de todos los mares, de todas las fronteras, de todos los países, de todas las creencias". Amin Maalouf.


Viajer@: Andrés.


(Esta entrada la escribí para un gran amigo y un nuevo proyecto que tiene: Scuba Santi. donde comparte historias, experiencias y la gran pasión por los océanos que descubrió en un viaje a la isla de Gili Trawangan.)



En El Viejo y el Mar de Ernest Hemingway el autor la llama La Mar, y eso siempre se quedó en mi memoria, él dice que lo llaman La Mar aquellos que lo aman, que a pesar de que hablen mal de él lo llaman así, en femenino.  Desde ese día decidí que para mí sería La Mar y no el mar; Y es que mi relación con él ha sido como una relación de pareja.   La he querido tanto que me he querido perder en ella, y la he odiado tanto que por largos periodos me he ido a las montañas, lejos de la misma.  Pero siempre termino regresando, porque al lado de ella tengo varios de los mejores recuerdos de mi vida.



Conocí la Mar cuando tenía apenas un año, me crie en una familia que por suerte tenía una cabaña de vacaciones en la playa, en un pequeño pueblo llamado Coveñas, a unas 8 horas de mi ciudad natal, Medellín.  Cada vez que teníamos vacaciones en casa, prendíamos el carro, salíamos a las 5 de la mañana y tomábamos la curveada vía que lleva de Medellín a la costa norte de Colombia.  Parábamos en Yarumal, a tomar Yogurt con pandequeso, y seguíamos el recorrido por las serpenteantes carreteras que suben y bajan el alto de Ventanas, parando para evitar un poco el mareo y descansar las piernas; o en muchas ocasiones por los repetitivos derrumbes de la vía.   Seguíamos hasta Caucasia o Montería donde almorzábamos, generalmente carne a la plancha que es buena en esas zonas del país, y continuábamos hasta Planeta Rica donde mi papá siempre hacia la parada obligatoria para tomar jugo.  Yo esperaba con ansias poder tomarme mi primer jugo de Níspero (una fruta exótica de esta región de Colombia) o de zapote costeño.  Allí ya se empezaba a sentir el calor y el pegote típico de la costa húmeda del caribe colombiano y mi hermana y yo nos empezábamos a poner ansiosos por ver La Mar.   Después de Lorica, una ciudad llena de motos y ruido que se pasa cuando se va a Coveñas y la ciudad de Manuel Zapata Olivella y un par de escritores más; se llegaba a San Antero, desde donde comenzábamos a mirar por la ventana izquierda del carro en busca de la gran masa azul de agua. 



Cada año íbamos dos o tres veces y aun así la emoción de la Mar estaba ahí presente, con su calma y a la vez con sus fuertes olas, con ese calor a veces insoportable y a la vez esa brisa reconfortante que me trae nostalgias del pasado.  Inmediatamente el carro paraba en el parqueadero de las cabañas, abríamos las puertas y corríamos a saludar la mar.  Sin bajar maletas, sin saludar a nadie, salíamos directo hacia el agua, no a meternos, no a nadar, corríamos para observarla, para sentirla, para estar ahí con ella.  Porque sin duda, al lado de La Mar, como dice Hemingway, con los pies en su orilla;  he sentido más paz que en ningún otro lugar del mundo.

Comments


WhatsApp Image 2020-08-17 at 5.52.53 PM.

Gracias por pasar por aquí!

mpak%20png_edited.png

No dudes escribirnos, estaremos felices de ayudarte con tu próxima aventura!

mpakyvamos@gmail.com

+57 (301) 7553790

@mpakyvamos

© 2020 by mpakyvamos. Proudly created with Wix.com

bottom of page